Daqui: La dama y el unicornio por Lulio CortÀzar sobre una pintura de Rafael |
Gracias, señoras y señores, me gustaría retribuir tanta gentileza con ternura y civilidad; desgraciadamente ustedes estarán siempre ahí y eso es acantilado a pique, máquina para moler la sombra, insoportable exageración de una bondad armada de garras de coral. Cada vez me parece más penoso complicar la existencia ajena, pero no queda ninguna isla desierta, ninguna arboleda de mala fama, ni siquiera un corralito para encerrarme en él y, desde allí, mirar a los demás bajo la luz de la alianza, ¿tengo yo la culpa, oh tierra poblada de espinas, de ser un unicornio?
Julio Cortázar.
Último round. Protección inútil.
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